La idea de utilizar las ecuaciones de la mecánica de fluidos para predecir la evolución atmosférica tiene varios decenios de edad: en 1920-1922 un investigador inglés, L. F. Richardson, lo intentaba en vano; ¡y sacaba de los fracasos la lección de que tal ejercicio sólo lo podían realizar miles de calculadores (humanos) trabajando en paralelo bajo la dirección de un director de orquesta!.
Cuando se puso a punto, en el Massachusetts Institute of Tecnology, en 1946, el primer computador: el ENAC, algunos meteorólogos estuvieron entre sus primeros usuarios.
En los años sesenta se empezó a abordar el problema de la circulación atmosférica, pero sólo en los últimos diez años la potencia de los ordenadores ha permitido realizar simulaciones de varios decenios, primero de la circulación atmosférica y luego asociando atmósfera y océano.
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